Me preguntaba sobre el descubrimiento de la vitamina C. ¿En qué momento y bajo cuáles circunstancias se identificó?, ¿por qué? ¿Por qué fue que la ciencia o la medicina determinó su necesidad? y me llamó mucho la atención que su hallazgo proviene de una enfermedad. Así es, el escorbuto.
Pues resulta que desde principios de los años 1.500 los marinos europeos que viajaban durante tantos meses sin acceso a frutas y vegetales frescos, y sin refrigeración para las carnes que consumían, morían en manadas, mucho más por el escorbuto que por las bajas de las guerras en las que participaban.
Y es que el escorbuto es una enfermedad producida por la escasez o ausencia de vitamina C en la alimentación, que produce fatiga, debilidad, depresión, caída de los dientes, sangrado en la boca, encías sensibles y en últimas la muerte. Es cosa seria.
Durante los años 1.700, James Lind, un médico escocés especializado en higiene naval, hizo un experimento en el que determinó que los cítricos curaban el escorbuto.
Hasta entonces el concepto de la vitamina C era desconocido.
No fue hasta 1.920 que el explorador Vilhjalmur Stefansson descubrió que los indígenas del Ártico, que no sufrían de escorbuto, en lugar de alimentarse con frutas y verduras, lo hacían con carne de animales que consumían casi cruda. Así determinaron que la vitamina C está presente en las carnes semi crudas. Y no fue sino hasta 1.928 que se le dio el nombre a la vitamina C (ácido ascórbico), la cual los humanos no sintetizamos y por esta razón debemos ingerirla a través de los alimentos y que con el tiempo se le han encontrado otros beneficios.